Último regreso a Edén

Editorial Libresa y [email protected]

Ecuador, 2007.

El hecho de que Último regreso a Edén sea el décimo poemario de Sonia Manzano no es algo que se dé todos los días en nuestros lares. Y que todos tengan una calidad cada vez más uniforme es algo aún más infrecuente. Aunque la voz poética se considere <<una expulsada del Edén viajando en el vacío del destiempo>>, estamos ante un libro que nos acoge y no nos expulsa, que nos llena de cualquier carencia, un poemario publicado a tiempo por una de las orfebres más consecuentes de la poesía ecuatoriana.

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Contenido: 1. Último y no definitivo regreso a Edén — 2. Mancha oleosa — 3. Cadáveres de flores — 4. Frígida la palabra — 5. Palabra depravada — 6. Hembrus erectus — 7. Breves apuntes sobre el amor — 8. Horas — 9. Otros apuntes sobre el amor.

Cadáveres de Flores

Flores en mis tobillos

Flores alrededor de mis muslos

Flores brotando desde todos los orificios de mí

                                                                    /cuerpo

Flores anales

vaginales

lacrimales

flores de turbios colores seminales

Flores perfumando el vino en que sumerjo

trozos de carne floja que morirán conmigo

Flores regadas por mi habitación vacía

confundidas con mis prendas interiores

Flores colgando del hacha del verdugo

flores orlando las sienes del desvelo

Flores que venderé a la entrada de un cine

y que arrojaré desde una rueda moscovita

Flores de plumas

flores de pelos

flores saliendo en procesión

desde un pubis despoblado

Flores adornando la montura

de la jinetera más joven

flores de vientos encontrados

flores de vientres encontrados

Flores colgando de la solapa de una gánster

flores de tallos largos

y corolas hambrientas

El día en que me ahogue para siempre

tendré repletos los bolsillos

con cadáveres minúsculos de flores

Palabra depravada

Debo tornarme irreconocible para todos:

no quiero que se me señale más

como una depravada de la palabra

Para que no se me relacione

con esa que viste y calza

a imagen y semejanza de su muerte

comienzo por sacarme el ADN

por tragarme los diuréticos que puedo

para sacar de mí

Hasta el último reflujo de mis flujos

Me rebano la yema de los dedos

previamente separada de sus claras

me desfiguro el rostro

con el filo de un prendedor antiguo

Debo burlar al solitario paparazzo

que con alas de ángel calcinado

me persigue bajo puentes laberínticos

bajo arcos de tugurios coloniales

o a través de esas autopistas

donde se hace factible

rebasar a la que lleva

credenciales con mi nombre

Por ahora

mi cabeza de hongo atómico

afloja sus manías criminales

mientras llora la ansiedad su llanto blanco

por la noche sin final que aún la espera.