Patente de corza
Colección: Crónica de Sueños. Editorial Libresa. Ecuador, 1997.
Con Patente de Corza, la poeta edita no solo un volumen sabiamente estructurado con modernidad visible, sino también el que es para nosotras su mejor, su más hondamente lirico y a la vez sobrio poemario, bajo un léxico de eficacia semántica en la que “moldea un dolor diferente”, navegando solitaria aunque emotivamente unida al entorno familiar y citadino en la firme nao de su existencialismo cerebral profundo donde emergen alusiones histórico-geográficas, versos de canciones populares, referencias textuales a poetas celebrados y esos oleajes solares de un humorismo a ratos surrealista que conmueven, encantan y hacen meditar.
Ileana Espinel
Poesía con los ojos virados hacia dentro. Cámara que televisa latido a latido, milímetro a milímetro la cotidiana experiencia de vivir. Cuando dice “Yo fui ese tren que me dejo sin piernas”, deja escapar como a través de un cráter toda su intensidad interior. Las referencias encajan a plenitud en el discurso poético, el lenguaje exactamente se acomoda a las vivencias como un guante a la mano, una afilada ironía se cierne en las palabras y las contraposiciones y retruécanos, elementos que Sonia Manzano utiliza con mucho acierto, centellean a cada paso.
Euler Granda
Contenido: 1. No miro hacia el deseo – 2. Esta tzantza de párpados cosidos – 3. Trata de corzas – 4. Patente de corza – 5. Corza al agua – 6. Alguien baja su pulgar – 7. Corsaria como soy – 8. Me tomo la libertad de rechazar – 9. Corza estaba en vena francamente tétrica – 10. Tenía el polvo requerido – 11. Encima de esta podre acaecida – 12. Llena exclusivamente de mí – 13. Yo fui ese tren – 14. Se dividen las aguas – 15. Cerceno mis pestañas – 16. Froto la mancha de la espalda – 17. Corza prefirió sufrir el síndrome de Estocolmo – 18. La pietat melodramática – 19. Lloro varias estatuas – 20. Lejana es la lejana lejanía.
Trata de corzas
El tacto del tratante
sopesa la dudosa turgencia de mis vidas anteriores
Y al oprimir nudo a nudo gordiano
las axiales infamias de mi nomenclatura
los dedos le quedan impregnados
de esmeraldas tardías
El tratante humedece su pulgar
y lo levanta al viento
luego rotura en línea recta
la estepa indivisible de mi espalda
hecho lo cual paga lo que peso
con perlas que escarba de su boca
Me lleva a sus dominios
me enseña el uso del cuadrante
y el uso manoseado del desuso
asignándome de una vez y para siempre
el nombre del día más largo de la Historia
El tratante lía su cigarro
y arroja sus botas un poco más allá de donde flotan
doradas moscas del más verduzco sueño
Mi uña más larga se introduce
en la cerviz aletargada del tratante
El tratante se baja de la hamaca
y me enseña el uso de la muerte.
Yo fui ese tren
Yo fui ese tren
que me dejó sin piernas
Yo fui quien se empujó
sobre el mismo segundo
en que la luz pasara
Un sin dolor estampa
la ausencia del dolor
en la mitad perdida
A varios años luz
de la estrella más próxima
arroja burbujas casi póstumas
la mitad mutilada
Cerceno mis pestañas
Cerceno mis pestañas
y rapo mi cabeza
Froto con un guante de crin
los bordes dentados
de un dios de alabastro
Vestida de azafrán
tomo asiento en el fin del mundo
como escriba sentado
como monja budista
como mujer que acaso
inclina su frente en el ocaso
Entrelazo mis varias manos
y retengo entre ellas
flores que aflojaré cuando pasen tus restos
Soy el mito
en cuyo alrededor
flamean las tinieblas
Soy la piedra que irradia
destellos insonoros
desde el sordo entrecejo
de algún dios que la olvida
Se dividen las aguas
Se dividen las aguas
y cruza al fin mi voz
de esta hoguera a la otra
Atrás de mí se cierran
los fuegos indivisos
Atrás de mí
las hordas incendiarias
pudren mi carne cruda
entre sus flojos belfos
Avanzo
piso las ascuas del próximo milenio
Me enfrento a nuevas aguas las divido
Mi fuego se queda entre su fuego
y ya no cruza
de esta hoguera hasta aquella
que crema mis dos pies
en las cenizas