Espalda mordida por el humo

Colección Entre nubes. Editorial El Ángel Editor.

Ecuador, 2013.

Con este nuevo libro ha logrado ampliar un discurso desde el culto gesto del barroco (por la riqueza idiomática y por ese guiño de ojo que le hace a Sor Juana, a Góngora, a Lope, los místicos, a la historia bíblica y a esa atmósfera medieval y religiosa). Además, la emoción y la conmoción que logra con su discurso riguroso y libertario. Una voz juguetona con todos los convencionalismos del lenguaje y de la vida: hace retruécanos a los significados y a los significantes, a la vida de una voz poética que no renuncia nunca a un estilo: porque eso es Sonia Manzano, un estilo, una voz única, la portadora de un nuevo plano de arquitectura para construir sobre lo ya dicho. Descarteciana: de todo duda, a todo lo vuelve de otro matiz. Se arrima a otros discursos y los revitaliza, los vuelve novedades, se deja ir por el absurdo y regresa airosa y con una sonrisa a medio morder.

Xavier Oquendo Troncoso

Contenido: 1. Antes de que me interne en tus dominios — 2. Mi espalda termina — 3. Por mí un hombre perdió su oreja — 4. No he podido sobornar a mi poesía — 5. He vuelto a traicionarme — 6. Entro a la ciudad de mis orígenes — 7. No he sufrido de amor nunca he sufrido — 8. Ha crecido — 9. Una samaritana — 10. Mi espalda que por decenios — 11. No soy la mejor — 12. Mis dedos — 13. Me ha vuelto a crecer el cabello — 14. La señora de las palomas — 15. Le pedía al cielo una señal — 16. Ya soporté la prueba — 17. Tengo localizada a la montaña — 18. Dios de los algodones — 19. Debo ausentarme — 20. Me moriré de cólera — 21. No soy una fumadora contumaz – 22. Tráiganme a un decapitado – 23. Una mancha de hollín – 24. Se aferran a rejas desiguales – 25. Después de tanto humo negro – 26. Palabra de mujer – 27. Manuela de Bolivar – 28. Esta ciudad.

Palabra de mujer

Para Susana Cepeda

Una mujer se va a lanzar

desde lo más alto de su cerebro en llamas

tuvo que escoger

entre ser devorada por angustias dementes

o irse llevándose consigo

la parte más difícil de sí misma

Se ubica tras de sus espaldas

y se empuja hacia el vacío

Desciende velozmente

su cuerpo va chocando

contra ángeles de vidrio

ubicados sin remedio

en los pisos impares de la noche

y no llega a estrellarse

como estaba previsto

no se convierte en polvo

su cuerpo de por sí ya fragmentado

La salva su palabra

que se abre sensual y plena

en el último instante

Todo esto pasó

así como lo cuento

palabra de mujer

palabra sagrada

palabra por completo consagrada

a ser siempre mujer

sin dejar de ser palabra

He vuelto a traicionarme

He vuelto a traicionarme

he vuelto a venderme

por una irrisoria cantidad de palabras

Cuando oraba

en el jardín de los cerezos

me he señalado

con este índice que hurga en mis neuronas

los últimos resabios del lenguaje

y le he dicho a mis persecutores

ahí esta

prendedla

esa es la mujer que ayuna en el desierto

mientras come

de lo más incorruptible de su carne

Ahí está la que se atribuye el rol

de sanadora de males

cuando no es capaz ni de sanar

la llaga que supura en su costado

No dejéis que escape a su destino

prendedla

qué os detiene para llevarla a rastras

hacia el monte que la espera

con una enorme cruz esvástica

Prendedla

antes de que haga uso de sus viejas artimañas

antes de que se ponga

a caminar sobre las aguas

antes de que multiplique los panes

y convierta su sangre

en vino coagulado

no os  equivoquéis

es aquella a quien voy a besar en la mejilla

porque eso fue lo que acordamos

cuando me pidió que la entregara

con el menor escándalo posible

Prendedla

pero en este mismo instante

ahora que rueda por su rostro

el sudor que antecede a su calvario

Prendedla

mientras yo busco el árbol adecuado

del cual colgar estas monedas

que arden en mis manos

como hostias de traición

sobre mi lengua

Mis dedos

Mis dedos

asesinos en serie de canciones

previamente violadas

oprimen el armonio

de mis miedos atávicos

Acordes profundos

distanciados entre sí

por compases en blanco

resuenan en el interior

de mi cartuja gótica

Un  grupo de frailes

vestidos de cenizas

ofrecen a los fieles

astillas de madero

y espinas de corona

Por la nave del centro

avanza hacia el altar

una mujer que lleva entre sus manos

un simple ramo de humo

Mis dedos seleccionan

canciones olvidadas

y escoge de entre ellas

aquella que posee

el poder de sanarme

La voz  de algún castrati

se eleva hasta los cielos

Una daga de luz

hiere de muerte

al Ángel de las Sombras

La mujer se detiene

al frente de una imagen

desprovista de senos

La imagen la desposa

poniendo en su anular 

un anillo oxidado

Por un vitral abierto

se escapa hacia los bosques

un velo desgarrado

Mis dedos

asesinos en serie

de canciones previamente violadas

le perdonan la vida

al ángel que ha caído

herido de amor sobre el teclado